Las temperaturas en la troposfera inferior se han incrementado entre 0,13 y 0,22 ° C (0,22 y 0,4 ° F) por década desde 1979, de acuerdo con la temperatura por satélite mediciones. La temperatura se cree que ha sido relativamente estable durante los mil o dos mil años antes de 1850, con regionalmente distintas fluctuaciones como el Período Cálido Medieval y la Pequeña Edad de Hielo.
Estimaciones de Instituto de la NASA Goddard de Estudios Espaciales (GISS) y la National Climatic Data Center muestran que 2005 fue el año más caluroso desde que se dispone a finales de 1800 mediciones instrumentales fiables, difundidos, superando el récord anterior establecido en 1998 por unas pocas centésimas de grado. Estimaciones elaboradas por la Organización Meteorológica Mundial y la Unidad de Investigación Climática muestran 2005 como el segundo año más caliente, por detrás de 1998.
Las temperaturas en 1998 fueron inusualmente caliente porque el más fuerte de El Niño en el siglo pasado se produjo durante ese año. La temperatura global está sujeta a fluctuaciones a corto plazo que cubren tendencias a largo plazo y pueden enmascarar temporalmente. La relativa estabilidad de la temperatura 2.002-2.009 es consistente con tal episodio.
Los cambios de temperatura varían a lo largo del globo. Desde 1979, las temperaturas de la tierra han aumentado casi el doble de rápido que las temperaturas del océano (0,25 ° C por década en contra de 0,13 ° C por década).
Las temperaturas del océano aumentan más lentamente que las temperaturas de la tierra debido a la capacidad calorífica efectiva mayor de los océanos y porque el océano pierde más calor por evaporación. El hemisferio norte se calienta más rápido que el hemisferio sur, ya que tiene más tierra y porque tiene extensas áreas de la nieve y del hielo marino estacional tapa sujeta a la retroalimentación hielo-albedo.
Aunque más gases de efecto invernadero son emitidos en el Norte de hemisferio sur esto no contribuye a la diferencia en el calentamiento debido a que los principales gases de efecto invernad