El principal incentivo para el cambio es la realidad inevitable que si el status quo global se mantiene intacta, el futuro de la humanidad es particularmente sombrío. Pensamiento a corto plazo y análisis sobre todo de la única perspectiva de pérdidas y ganancias ya ha demostrado ser insuficiente y desastrosa. En esta coyuntura, parece bastante obvio que un cambio beneficioso estará en manos de las generaciones futuras.
Hay numerosos indicios de que una proporción significativa de la generación más joven se ha vuelto muy consciente de la fragilidad del medio ambiente y de la grave situación de los menos afortunados. Tienen muchas herramientas disponibles para ellos en términos de información sobre el mundo en que viven que ofrece Internet y que están altamente conectados entre sí a nivel mundial a través de la maravilla de lo que se conoce como "redes sociales".
Significativa y duradera el cambio es, por su naturaleza, engorroso y lento, ya que debe trabajar su camino a través de los corazones y las mentes de la población. Como hemos visto en numerosas ocasiones, la reforma impuesta desde arriba no es necesariamente el mejor enfoque.
Hay un hambre profunda y persistente que se manifiesta a nivel mundial; esta hambre es para un mundo justo, pacífico y más cuerdo más equitativo. Hay muchas comunidades de todo el planeta que están trabajando hacia esta meta de innumerables maneras.
Estas organizaciones están creciendo claramente en tamaño y número y se están convirtiendo cada vez más interconectado. Si esta tendencia continúa, ello da alguna esperanza significativa para un cambio significativo, ya que en última instancia, puede ampliar la idea de familia más allá de los límites rígidos de filiación genética para abarcar a toda la humanidad.
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