Tenemos que tener cuidado de que los pequeños hábitos cotidianos que parecen tan inofensivos para nosotros no afectan negativamente a nuestros hijos. Maldiciendo un vendedor telefónico parece bastante normal hasta que su hija empieza a maldecir en la conversación diaria. Ninguno de nosotros somos padres perfectos, pero todos queremos a nuestros hijos a obtener el máximo provecho de nosotros como sea posible. Agitadas vidas llevan a hábitos descuidados en desarrollo, pero nuestros hijos se merecen algo mejor que esto.
Ellos merecen la mejor oportunidad posible que podamos darles a ser buenas personas cuando se convierten en padres. Hay que esforzarse por ser mejor de lo que nunca pensó que podía ser. Nunca dejes de aprender y adaptarse, y permanecer vigilantes con sus esfuerzos para establecer un buen ejemplo para sus hijos. Si los abuelos nunca tienen la oportunidad de mirar con orgullo como sus nietos tienen éxito, entonces es sin duda una excelente medida de su propia capacidad de crianza de los hijos.