De los viajes al parque cercano a las vacaciones de verano de su familia, su hijo tendrá una experiencia de primera mano sobre lo gratificante y satisfactoria que puede ser para cultivar una relación tan íntima y lo que implica para mantenerlo floreciente y gratificante. Por último, el riesgo de perder al perro, o la realidad que va a morir un día, no se puede subestimar. Es cierto que los niños se vuelven psicológicamente apegados a sus mascotas, pero también lo hacen los adultos.
No hay manera fácil de decir adiós a un compañero querido, pero ninguna lección más grande que existe allí en la vida. Entender qué es la muerte, aprender a aceptarlo, y encontrar maneras de lidiar con ella, no son procesos que uno tiene que pasar cuando él o ella es un adulto. Quizás entonces será demasiado difícil para su hijo a tomar conciencia de la pérdida. Las mascotas pueden ser la experiencia más gratificante que un niño puede tener y que siempre es el momento de abrir la puerta y tu alma a ese perro callejero que él o ella va a traer.
La vida no da garantías de que la felicidad y la dicha durarán para siempre. Sin embargo, su hijo se convertirá en una mejor persona si él o ella se le da la oportunidad de experimentar la vida a través de los ojos de un perro.