El sonido mata mi risa. Como si el sonido era una señal, empiezan decoloración de nuevo en la espesa vegetación, y pronto desaparecen de la vista. El temor acre desaparece, dejando atrás el fuerte hedor de sweat.Our hora asignada se pasa de largo. Es tiempo de ir a casa. Mientras caminamos de regreso por el sendero, nos reímos en relieve, y en asombro. No nos dieron ni una fotografía del grupo de gorilas, pero no vamos a necesitar de todos modos.
El recuerdo de ese momento, de esos minutos que hacen tictac lentamente pasados en compañía de los gorilas es quemado en nuestras mentes, para no ser olvidado, que ser sacado a veces y reflexionó sobre, y sonrió al. Era, para todos nosotros, un momento decisivo de nuestra vida en la profundidad de las selvas africanas bajo los rayos del sol africano. Nos tomamos un momento para dar gracias a Dios y nos reímos todo el camino a casa.