ólicos y los Judios llegar a la final. El Papa, decidido a ganar, llama a su viejo amigo Arnold Palmer y le explica que le gustaría representar a la iglesia católica en la importantísima final. "Me encantaría, Su Santidad", dice Arnie. "Pero yo no soy un católico." "No te preocupes por eso", responde el pontífice. "Te voy a hacer un cardenal." Arnie es ordenado. En el gran día, el Papa espera ansiosamente la palabra de los resultados en el Vaticano. El telefono suena. La noticia es mala. "Arnold", dice, "¿cómo puede usted perder?" "Lo siento, señor", responde Arnie. "Jugué bien.
Pero debería haber visto a mi oponente." "¿Quién fue tu oponente?" "Rabbi Tiger Woods."