Se encuentra en un nivel más bajo de un edificio de piedra para eliminar los efectos del calor y oscilatorios que puedan comprender los resultados experimentales. Además, el interferómetro se montó encima de una losa de mármol que estaba flotando en un recipiente con mercurio. Esto fue así que el aparato podría ser movido a través de una variedad de posiciones con respecto al éter invisible. Pero a pesar de sus muchas preparaciones del experimento no dió los patrones de franjas esperados.
Por lo tanto, Michelson y Morley llegaron a la conclusión de que no había evidencia de la existencia del éter. Otros se replicar el experimento en diferentes encarnaciones que modificaron la premisa del experimento. Todos y cada uno de devolver un resultado negativo similar. Los teóricos modernos han tomado estos resultados y los de muchos otros experimentos como indicativo de la no existencia del éter. Sin embargo, incluso el resultado negativo de Michelson Morley ha llegado a cuestionar ya en 1933.
En ese año, Dayton Miller demostró el hecho de que no a pesar de que el experimento de la pareja había encontrado específicamente el rango esperado de patrones de interferencia, que habían encontrado un interesante poco efecto notado. Miller luego pasó a sugerir que Michelson Morley había encontrado una onda sinusoidal experimental como conjunto de datos que correlaciona bien con el patrón previsto de datos. También describió cómo térmica y supuestos direccionales inherentes a la disposición experimental pueden haber impactado negativamente en los datos de interferencia franja.
Por lo tanto, la prueba puede haber sido realizado en un montaje experimental imperfectamente concebido y con un sistema incorporado en el sesgo de matemática en contra de la detección de un resultado apropiado. Así, en el futuro, la teoría del éter de una forma u otra puede seguir siendo sostenible como una teoría fundamental de la física. Tal vez lo mejor es salir con estas