No es sorprendente que la administración Arroyo se abalanzó sobre el tema de la población y destacó como uno de los principales obstáculos para el progreso. Casi nadie señalado que Japón, que es sólo un poco más grande que las Filipinas en términos de superficie y considerablemente menos dotados en términos de recursos naturales, tenía una población de más de 100 millones en los años 70 cuando su economía despegó a alturas estratosféricas.
Lo mismo va para el gigante que es la China de hoy; que han sido capaces de valerse de su población en el más grande en el mundo por una milla, en un arma ultra-potente que les ha permitido subir a la cúspide de la dominación económica global. Obviamente, el régimen de Arroyo fue el objetivo de desviar la atención pública de la mala gestión flagrante que estaba causando al gobierno que se asemejan a la Cosa Nostra más de una organización de servicio profesional.
A medida que el fallecido Peter Drucker, el famoso profesor de Gestión le gustaba decir, el fracaso de cualquier grupo u organización en última instancia, se puede remontar como emanando de una mala gestión. Si el gobierno terrible que fue infligido sobre el pueblo filipino durante casi una década fue causado por incompetencia o por diseño es objeto de debate. La preponderancia de la evidencia, sin embargo, indicó una unidad deliberada y tortuosa para preservar el poder y enriquecer a unos pocos seleccionados a expensas de los muchos.
El aferrarse al poder se logró al asegurar que ciertos generales favorecidos y oficiales militares de alto rango fueron mantenido feliz y contenido a través de citas de alto nivel y otros emolumentos. Se hizo evidente que los generales se jubilan que eran de apoyo de la dispensación corresponde automáticamente se instalarían a puestos civiles jugosas momento de la jubilación, como una cuestión de rutina.
Mientras descansaban en sus mansiones, el soldado común del pie estaba luchando para mantener el agua fangosa se filtre a través de los agujeros en las suelas de sus botas de combate de ritmo-up al negociar las selvas de Mindanao, mientras que el policía ritmo ordinario estaba tratando de gorronear dinero suficiente para comprar una pistola, ya que no pudieron emitir una por falta de presupuesto.
Generales como Angelo Reyes, quien nunca tuvo un solo día de experiencia de combate, se pavonean por ahí como Patton y Rommel, mientras que los soldados profesionales por excelencia como Danny Lim, un producto de los
Pervez Musharraf parece no tener Sha…