A finales de 2010, se formará la línea de serios contendientes para las elecciones de 2012.
Si el señor Obama vacila ni un paso y el país se hunde en la depresión, la comparación será la de Herbert Hoover. Eso no va a ser interpretado como un endoso brillante de su futuro político. Sin embargo, si la economía se recupera como lo hizo Bill Clinton, que navegará casi indiscutible de nuevo en la Casa Blanca para un segundo mandato. Él se lo merece si sus programas de rejuvenecer una alicaída economía y restaura la confianza pública en el sistema bancario y los mercados de vivienda.