Cuando lo recogí después del almuerzo, que estaba radiante de oreja a oreja, con la sonrisa más grande que he visto nunca en su rostro. Se había enfrentado a su miedo, y se enteró de que era más fuerte de lo que pensaba.
Le dimos algunas estrategias para manejar su ansiedad, y le permitió reconocer su miedo, y lo aceptamos por lo que es y no que queríamos que fuera. Todos aprendimos mucho, y como una familia que podríamos regocijarnos en la recompensa del éxito fue su primera mañana. Ser padre es un trabajo duro, y, a veces, cuando todo encaje en su lugar y las obras, se siente como que está en alza.