La autorregulación no tan espectacularmente para conquistar la naturaleza humana que su desaparición dio lugar a las estratagemas statal más intrusivos jamás concebidas. Tanto en el Reino Unido y los EE.UU., el gobierno es mucho más fuerte y penetrante involucrado en las minucias de la contabilidad, de la negociación, y la banca de lo que era hace tan sólo dos años. Pero el ethos y el mito de la "orden del caos" - con sus partidarios en las ciencias exactas, así - corrieron más profundo que eso. La misma cultura del comercio estaba impregnado y se transforma completamente.
No es de extrañar que el Internet - una red caótica con un modus operandi anárquica - floreció en estos momentos. La revolución de las puntocom fue menos acerca de la tecnología de avisos de nuevas formas de hacer negocios - mezcla innumerables ingredientes irreconciliables, revolviendo bien, y esperando lo mejor. Nadie, por ejemplo, ofrece un modelo de ingresos lineal de cómo traducir "ojos" - es decir, el número de visitantes a un sitio web - con el dinero ("monetización").
Se llevó a cabo de manera dogmática a ser cierto que, milagrosamente, el tráfico - un fenómeno caótico - se traducirá en beneficios - hasta entonces el resultado del trabajo laborioso. La privatización en sí era un salto de fe. Propiedad del Estado activos - incluyendo los servicios públicos y los proveedores de bienes públicos como la salud y la educación - fueron trasladados al por mayor a las manos de maximizadores de beneficios. La creencia implícita era que el mecanismo de precios proporcionará la planificación y regulación desaparecidos.
En otras palabras, se suponía que los precios más altos para garantizar un servicio ininterrumpido. Como era de esperar, el fracaso se produjo - de los servicios públicos de electricidad en California para los operadores ferroviarios en Gran Bretaña. El derrumbe simultáneo de estas leyendas urbanas - el poder liberador de la Red, los mercados autorregulados, los méritos desenfrenadas de la privatización - dio lugar