Una lección de matemáticas, por ejemplo, es más eficaz si el profesor puede llevar al estudiante a ponerse en una diversión, situación del mundo real, donde la habilidad se necesita para resolver una solución práctica. Y porque es más divertido, los niños consiguen más comprometidos, y la lección serán más eficaces. Y esto se aplica a casi cualquier tipo de aprendizaje - o incluso a situaciones cotidianas, como hacer que los niños a comer, cepillarse los dientes, o ir a la cama a tiempo.
Así que, como se puede ver, la imaginación es una energía de alta productividad para un niño, y que puede ser aprovechada en muchos sentidos. Todo es cuestión de reconocer su valor y luego encontrar maneras de poner en uso.