Era Beethoven que liberó el tímpano de estos grilletes, no sólo las impuestas por la costumbre de emparejamiento de los timbales con las trompetas, sino también la afinación universal a G y C, un cuarto aparte. En su primera sinfonía en 1800, Beethoven sobresaltó el jugador del tímpano y el público haciendo que los timbales juegan una especie de parte de bajo de una melodía de los violines y flautas. Siete años más tarde, en su Cuarta Sinfonía, que elige al tímpano para el gran honor de exponer un tema de dos notas que se repiten por los otros instrumentos.
Al año siguiente, en su gran Quinta Sinfonía, la misma sinfonía en la que el flautín, trombón y contrabassoon todos hacen su debut en la sinfonía, Beethoven hace que el tímpano para hacer su debut como instrumento solista, creando para el tímpano un efecto individual en el movimiento scherzo. En 1814, en su Octava Sinfonía, intenta otra innovación haciendo que el juego del tímpano al unísono con los fagotes. En ese momento el lazo fatal entre los gemelos siameses se había roto y el tímpano ya no se limita a dúo con la trompeta.