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Dios & amp; # 039; s de Campo (Parte 2)

tunidad.

Cuando regresó a la vida privada, Cory corrió un laboratorio de ideas y un centro en la no-violencia, que lleva el nombre de su marido. También dirigió periódicamente protestas públicas se oponen a las políticas de sus sucesores, y en varias ocasiones, sus propios sucesores. Se dirigió manifestaciones para recordar a Ramos que había prometido desmantelar las bases de Estados Unidos en las Filipinas. Él obedeció. Se unió a la multitud que resultaron en el derrocamiento del gobierno inepto y corrupto de Estrada.

También dirigió las manifestaciones contra su antiguo aliado, Gloria Macapagal-Arroyo, a raíz de las acusaciones de corrupción contra ella y su marido. Ella había pedido su renuncia tras el escándalo de fraude electoral de 2004. Arroyo tarde se vengó suscitar de nuevo la Hacienda Luisita

caldero y, sólo por despecho, sacando dos guardaespaldas restantes de la señora Aquino que habían estado con ella durante muchos años.


Invariablemente, siempre que el país estaba en una crisis, que se elevaría por encima de la burocrática pies arrastre y recordar a su pueblo que una vez que asombraron al mundo con su valentía - y que podrían hacerlo de nuevo. Cory Aquino era un guardián, un protector de silencio.

Unos meses antes de su fallecimiento, se reporta que lamentaron la creciente apatía de los filipinos hacia la serie de indignidades vertidas por el régimen de Arroyo. Ella se dice que comentó que tal vez se necesitaría otra muerte para despertar al pueblo de su estupor.

Poco sabía que iba a ser su propia cuenta.

Su cortejo fúnebre evocaba escenas de la revuelta Poder Popular y que recuerda a la de su marido. Cientos de miles de filipinos de todos los ámbitos de la vida atestaron el convoy que transportaba sus restos aun cuando miles de personas se encaramaron en edificios y tejados sin cesar una lluvia de confeti de color amarillo y flores sobre el cortejo. Tráfico paró en seco como los automovilistas hacían sonar sus bocinas y dejaron de pagar sus últimos respetos a su líder acariciado.

La gente de todos los sectores de la sociedad, vestidos en su mayoría en camisas amarillas y con cintas amarillas atadas alrededor de sus manos y cabezas, desafiaron las lluvias, ya que aplaudieron, brilló y saludó el ahora famoso Labán

muestra de la mano, cantando su nombre incesantemente. Palabras de admiración, gratitud y afecto blasonado innumerables carteles, banderolas, y pancartas a lo largo de la ruta. En

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