En resumen, los tumores óseos malignos tendrían un mal pronóstico, ya que dependerá de la localización primaria, así como el alcance de su propagación. Los tumores benignos no estarían teniendo un mal pronóstico como su contraparte maligna, aunque las lesiones requerirían algún tipo de intervención para deshacerse de, en caso de rápida proliferación de las células y la interferencia con el crecimiento normal.