Más a menudo que no, estar en una determinada profesión, significa tener dificultad separar su trabajo de su vida personal como la gente viene a usted para el asesoramiento sobre ciertos asuntos. No soy ajeno a este ya que trabajo como trabajadora social. Los habitantes momento saben lo que hago, tienden a pedirme consejo sobre muchas situaciones diferentes, sobre todo la participación de sus familiares, amigos y vecinos. A veces, estas preguntas frecuentes pueden llegar a ser muy molesto, pero a menudo me acaba de considerarlo como parte de mi trabajo.
La mayor parte del tiempo, me encuentro con personas que no saben a dónde ir para respecto a los servicios de salud mental y sobre la manera de obtener acceso a los servicios. Para ellos, yo soy la persona más indicada para dar vuelta a la relación con el asunto.
En mi comunidad de fe, la mayoría de los miembros son ya conscientes de mi línea de trabajo y esto se convirtió en realmente útil durante un incidente inesperado en nuestra iglesia función.
Fue mientras estábamos todos reunidos para una cena en un domingo por la noche cuando me di cuenta de un miembro de la parroquia se sienta sola. Recuerdo hablar con ella durante otras funciones en las que compartió que ella experimenta a menudo problemas de ansiedad. Su piel estaba enrojecida y estaba teniendo dificultades para regular su respiración. Estos fueron los primeros síntomas de un ataque de ansiedad. Con el tiempo, estos síntomas pueden empeorar, así que fui por delante y silenciosamente pregunté a nuestro ministro si podemos usar su oficina.
Él con mucho gusto aceptó y como yo estaba ayudando a su caminar hacia su oficina, ella me informó que estaba entonces experimentando dolores de pecho agudos. En base de nuestras conversaciones anteriores, no parecía que ella tiene un historial de enfermedades del corazón, así que supuse los dolores eran síntomas de un ataque de ansiedad. Cuando finalmente llegamos a la oficina, le ayudó en hacer ejercicios de respiración profunda. Me calma sostuve su mano mientras me repetía continuamente las instrucciones de respiración profunda.
Ella estaba sudando profusamente, que es también uno de los síntomas de un ataque de ansiedad, así que abrí una de las ventanas a pesar del frío que el clima está fuera.
Los ejercicios de respiración profunda y el aire frío hicieron dar su alivio mientras lentamente se calmó. Con esto, fuimos a hablar de lo que sacó los síntomas de un ataque de ansiedad. Ella di